Cada semana, las personas ingerimos el equivalente a una tarjeta de crédito en plásticos. Estas partículas, conocidas como microplásticos, están presentes en el agua que bebemos, en los peces que consumimos, en la sal de mesa e incluso en la lluvia.
Los microplásticos son fragmentos de entre 100 nanómetros y 5 milímetros, originados tanto por productos fabricados en microescala (como cosméticos y abrasivos) como por la degradación de bolsas, botellas, textiles sintéticos y neumáticos. Su persistencia es alarmante: no desaparecen, se acumulan.
A nivel mundial, cada año ingresan 10 a 40 millones de toneladas de microplásticos al ambiente, y se prevé que la cifra se duplique para 2040 (Gall, 2019). Estas partículas se han detectado en más de 1.300 especies animales y también en órganos humanos como hígado, pulmones, placenta y sangre (Council Science, 2023).
El caso argentino
En Argentina, los estudios ya confirman la presencia de microplásticos en:
- Río de la Plata: agua y sedimentos contaminados.
- Lagos patagónicos: contaminación en ambientes considerados prístinos.
- Especies comerciales: peces como la merluza presentan restos de microplásticos en su sistema digestivo.
Las principales fuentes locales son:
- Consumo masivo de botellas de PET (con un reciclaje marginal en el país).
- Industria textil y liberación de fibras en cada lavado.
- Uso intensivo de neumáticos en áreas urbanas.
- Cosméticos y productos de higiene con microesferas plásticas.
- Descargas industriales sin tratamiento suficiente.
Impactos ambientales y sanitarios
Los efectos en ecosistemas incluyen ingestión accidental, transporte de contaminantes persistentes y alteración de hábitats.
En la salud humana, los riesgos reportados abarcan inflamación crónica, estrés oxidativo, genotoxicidad, alteraciones inmunes y riesgo de cáncer (IARC, 2012).
En palabras simples: los microplásticos ya circulan en nuestro organismo.
Soluciones en marcha
- Tecnológicas: ósmosis inversa, ultrafiltración y carbón activado para eliminar microplásticos y PFAS.
- Innovación: casos como Oxyle – PFAS Solutions, que combina separación por espuma, reducción fotoquímica y monitoreo en tiempo real para destruir PFAS incluso en altas concentraciones, sin residuos secundarios.
- Industriales: sustitución de microesferas plásticas, desarrollo de plásticos biodegradables y textiles de baja liberación de fibras.
- Ciudadanas: reducción de plásticos de un solo uso, adopción de botellas reutilizables y mejora en la separación de residuos.
Hidrolit y la respuesta local
En este escenario, Hidrolit desarrolla soluciones de purificación con ósmosis inversa, ultrafiltración y carbón activado, que garantizan agua libre de microplásticos. Asimismo, promueve alternativas sostenibles como las botellas de aluminio reutilizables, contribuyendo a reducir la dependencia del PET.
La evidencia científica es clara: los microplásticos son un desafío ambiental y sanitario urgente. El momento de actuar es ahora, combinando ciencia, ingeniería, regulación y hábitos responsables.